lunes, 29 de noviembre de 2010

Discutirme, que me gusta

-¿Otra vez te vas?
-Sí, es domingo voy a la cancha.
-¡Ya sé que día es! Tus hijos también lo saben, esperaron toda la semana para estar con vos.
-No es para tanto, me voy un rato.
-Un rato no, te vas toda la tarde. ¿Por qué no haces algo útil en vez de perder el tiempo con el fútbol?
-Claro si fuera Gauguin y me fuera a pintar a las islas del pacifico, sería un artista.
-No vas a comparar, ese dejó obras maravillosas, por siglos la humanidad se lo agradecerá.
-O sea: ¿El fin justifica los medios?
-¿Qué decís?
-El tipo deja a su mujer e hijos muertos de hambre, se las toma para cumplir su “vocación”, pero como le sale bien lo que pinta, está perdonado, y no solo eso, sino que se lo agradecen.
-¡¿Aah, estás halando en serio?!
-Por supuesto.
-A ver: el “tipo” como lo nombrás, era un ser humano, sufría si no pintaba, y le dolía no estar con su familia. No sé, si no se pasó la mitad de su vida arrepintiéndose.
-Pero andá. ¿Realmente te lo crees? ¿No será que se borró justamente porque necesitaba pintar por el mismo y le importaron cuatro pitos los demás?, incluidos sus hijos y esposa.
-Puede ser, o no.
-¿Te doy otro ejemplo?
-¿A ver?
-Estabas el otro día comentando que viste por televisión la historia de Eduardo que abdicó para casarse con una plebeya. Se te llenaron los ojos de lágrimas por el enorme amor del tipo, que dejó nada menos que el reino más importante del momento, por una mujer.
-Sí, ¿y no te parece súper noble?
-Para nada, el tipo se cagó en su pueblo, en su familia, en los impuestos que pagaron todos los ciudadanos del reino para qué él los represente, ¿todo por qué?, porque estaba caliente con una mina. Mirá, con el poder que tenía, hubiese sido más noble que la viera a escondidas y que cumplirá la misión que se le encomendó.
-Si es lo normal, pero asqueroso.
-Puede ser, pero no tengas dudas: ése sí que fue egoísta, solo pensó en su propia comodidad. La más fácil: como tenía ganas de estar con una fulana, mando todo al diablo, le importó un comino su gente y se olvidó de sus responsabilidades. Y la hizo bien: se excusó diciendo que lo movía “el amor”, con esto logro que todo el mundo lo tratara como un mártir, como si lo que dejara fuera un sacrificio, y en realidad sacrificio hubiese sido hacer las cosas por los demás, o sea aceptar sus responsabilidades, con o sin mujer al lado.
-Es el mismo ejemplo que el anterior. ¿Por qué esá es la única explicación?
-¡No hay otra!
-¿A no? No somos maquinitas, que tenemos que hacer solo lo correcto y lo que la sociedad espera de nosotros. Puede darse, como en este caso, que fue todo un sacrificio, un acto de valentía, hacer justamente lo que le dictaba el corazón, y no lo que se esperaba.
¡ja! Como mi caso. El corazón me dicta ver el partido. Quedarme con los chicos es lo que se espera.
-…alguna diferencia debe haber: lo tuyo es medio patético.
-¿Por qué? ¿Por qué hago lo que me gusta, porque no soy una “maquinita”?
-Pasa que con tu criterio, se justifica cualquier cosa. ¿No es bueno hacer algo por los demás?
-Es que nadie hace nada por los demás. Todos lo hacen por su propia satisfacción, hasta el gesto más noble es por uno mismo.
-¡Claaaro! La Madre Teresa era una egoísta que todo lo hizo por ella, los demás fueron instrumentos de sus necesidades.
-Y mirá, no sé si no es así. Su vocación era ayudar, por lo tanto, es por ella que se preocupa y trabaja por los semejantes.
-Algo en el razonamiento debe estar mal. No puede ser que sea lo mismo ir a ver un partido de fútbol, que lo que hizo la Madre Teresa. No es la misma vida, la tuya, que pone pasión por un montón de tipos detrás de una pelota, que la que tuvo Gandhi detrás de un ideal, un pueblo. ¡Un modelo de ser humano!... Y ándate de una vez, que se te hace tarde.
-…Ufa… ¿Dónde están los chicos?

Tarquino - 26-04-10

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