domingo, 26 de abril de 2020

MÁXIMAS Un problema que no tiene solución no es un problema. Mao Tse Tung Como toda frase hecha o máxima, es una paparruchada, facilista sin ninguna profundidad, resumiendo: Limitada, y por lo tanto falsa. El tema comienza ante una dificultad o problema. Inmediatamente nos ponemos a tratar de encontrar una solución, obvio si descubrimos que no tiene solución, lo desechamos como problema. Reconozco que algunas cosas es muy fácil concluir que no hay solución: La muerte, estamos en un avión que por un atentado o lo que sea se le salió un ala, casi en seguida sabemos que Mao tenía razón. El tema pasa por casi todas las demás cosas de la vida cotidiana o común. ¿Cuándo nos damos cuenta? Aca comienza lo primero, preguntarnos si tiene o no resolución: nunca. Si hacemos caso a lo más elemental del proceso de crecimiento personal jamás debemos renunciar, “no te des por vencido ni aun vencido” diría el poeta. Entonces nos pasamos la vida tratando de encontrar la solución, más aun, podríamos encontrar una, y pensar que tal vez exista una superadora. Este caso es casi trágico ya que quedaríamos estancados, nunca podríamos avanzar, siempre existiría otra posibilidad. O seguimos esa primera conclusión, pero como no sabemos si es la mejor, continuamos ¿Exagerado? Totalmente, pero que alguien me explique cómo se resuelve este 1° inconveniente, me refiero a una argumentación racional, y no a un “ma si, dale para adelante” Podríamos hacerlo convencional. Todo aquello que no podemos resolver en un tiempo definido de antemano, pasa a ser un no-problema. En este caso también la frase es falsa, ya que no da los parámetros en que basarse, incluso muy complicado de resolver ¿El tiempo debería ser el mismo para cualquier persona? ¿Los más preparados en alguna especialidad deberían tener un tiempo distinto, que los que no estudiaron esa materia, o el tiempo que se les da incluye el estudio o preparación? Al tipo le duele la cabeza (problema) debe decidir si ir o no al médico, tomar tal o cual medicamento, aguantársela, etc. Más aun, debe decidir si es un problema o no. Me parece que darle tiempo para que estudie medicina, es un poco mucho, máxime con dolor de cabeza. ¿Entonces? Darse por vencido y que otro resuelva por él. De por si es triste, no saber tomar nuestras propias decisiones. Para eso prefiero el “ma si, dale para adelante” También puede ser que este Mao, que era bastante verticalista, lo que quería era que delegaran en el las todas las decisiones y/o acataran sus ordenes e incluso sugerencias. En este caso la frase no es una máxima, sino un mensaje subliminal para dominar a un pueblo. A CABALLO REGALADO NO SE LE REVISAN LOS DIENTES. Tonterías. Entiendo el mensaje, si te viene de regalo, no vas a andar cuestionando. Pregúnteles a los Troyanos si no debieron revisar el “regalo”. Pero. Siempre antes de cualquier cosa hay un “pero” Cuando debemos revisar los dientes del regalo ¿siempre? Seguro que el regalador en la mayoría de los casos se ofende. Entonces una primera conclusión seria: A las personas de confianza se les recibe el regalo sin mirar los dientes. ¿Y las que son queridas, pero no de confianza? Porque, a fin de cuentas, uno puede tener alguien muy querido, pero absolutamente irresponsable, por lo que podría regalarnos algo inconveniente o incluso perjudicial para nuestra salud. Pero entonces el ser querido e irresponsable se molestará al revisarle los “dientes” Una solución sería correr el riesgo. Entonces la frase debería ser: A caballo regalado por alguien de absoluta confianza, no se le miran los dientes, y aquellos que son queridos y posibles irresponsables, recibirlos y aguantar las potenciales consecuencias. Es una máxima un poco más completa, obvio aun así limitada, podrían aparecer otro tipo de personas regaladoras: Alguien que quiere quedar bien con uno, un proveedor, admirador, etc. Muy peligrosos, así que la frase se podría alargar un poquito: A caballo regalado por alguien de absoluta confianza, no se le miran los dientes, y aquellos que son queridos y posibles irresponsables, recibirlos y aguantar las potenciales consecuencias. No recibir sin revisar los dientes de aquellos que no conocemos debidamente. Otro problema casi sin solución, y digo “casi”, pues por las explicaciones de otra máxima nunca es del todo nunca. ¿Cuál es la pregunta de rigor?: ¿Cuándo conocemos una persona, incluso la más cercana? Yo diría por experiencias de muchos y hasta mía propia, que no se puede. Las personas cambian constantemente, por lo que sería imposible saber en el momento que nos regalan, quien es. Cuando esa persona compro el regalo, cuando pensó en regalarnos, es distinta por definición de la que efectivamente entrega. Me dirán que cuando eligió el regalo era casi la misma persona que al entregarlo, y si conocíamos a la compradora conocemos a la regaladora. ¡Error! La compradora no está con nosotros, cambio desde que la vimos por última vez, o no, pero no lo sabemos. ES MEJOR PÁJARO EN MANO QUE CIEN VOLANDO Otra paparruchada: Desde el vamos podemos inferir que para el pájaro que está en nuestra mano, no es mejor. Pero soy consciente que el refrán se refiere a que lo dice es un cazador de pájaros, o mejor dicho, un consumidor de pájaros, y entonces es preferible tener uno en la mano que cien libres y sin poder ser morfados. Pero el pájaro que tenemos deberá ser consumible, que no esté enfermo, que listo para su uso, no sea cosa que el muy maldito, sea un pájaro cazador y nos vea como comida. Se puede complicar más la cosa, supongamos que estamos en un avión pequeño, el pájaro entro por la ventana del frente, rompiendo el vidrio delantero del mismo, cae medio muerto en nuestra mano. Problemas: Nos produce lástima el bicho que choco con nuestro aparato, nos morimos de frio por la rotura del vidrio, notamos que el avión ya no es el mismo, le falta un vidrio, responde de otra manera a los controles. Resumido, hubiese sido preferible no tener ningún pájaro en la mano y disfrutar de cien volando. ¿Continuara?

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